domingo, 11 de marzo de 2007

Un error cuesta...y nos imparte enseñanza

Los errores son como clavos puestos en una pared. Se ofrecen disculpas, pero ha dejado una huella en la pared interna de cada corazón. Es necesario pensar antes de actuar. Si reflexionamos antes de accionar, podríamos controlar las emociones fuertes que nos gobiernan, si no lo hacemos nosotros mismos.

La confianza se otorga, pero se limita por las acciones. Es necesario meditar qué hemos hecho durante el día. El proceder hacia los demás. Al examinarnos, puede ser que un suspiro de angustia brote de nuestros labios. Si fuera de esta manera, es meritorio acudir y pedir disculpas de todo corazón y pedir la ayuda de Dios para no perpetuar los mismos errores.

Un error es sinónimo de fracasos, tal vez derrotas, faltas...en fin incomodidad. Es de sabio enmendar nuestros errores y es de cobardes el no reconocerlos y aceptar que hemos fallado. El cuerpo se enferma. Los órganos internos se llenan de resentimiento. y el corazón... su ritmo cardiaco, se altera. Sube la presión sanguínea y los latidos se tornan más débiles y dejamos de ser nosotros mismos y surge otra personalidad sujeta a pasiones desordenadas que nos gobiernan sumergiéndonos en la esclavitud del odio y el dolor.

¿Qué hacer? Piensa en las consecuencias. A paz nos ha llamado Dios. Si la paz y la tranquilidad depende de nosotros mismos, es meritorio enmendar nuestros errores y seguir luchando con ahinco por nuestras metas y propósitos que Dios tenga con cada uno de nosotros en esta tierra. En aquél día tendremos que dar cuenta de todos nuestros actos a Dios. ¿Qué le vas a decir? No tendremos justificación alguna ante su presencia.

En el laboratorio de la vida se hacen muchos experimentos. ¡Que tal si comenzamos a pensar en el que está a nuestro lado como una persona que Dios ha permitido que esté junto a nosotros para enriquecerle su camino con buenas acciones de parte nuestra! Para ayudarle cuando esté pasando por el día malo, que a todos nos llega en un momento dado. Es preferible consolar que ser consolado. Sufrimos menos y crecemos más porque dependemos de Dios para obrar en favor del necesitado.

Nuestros errores nunca pasan ni se olvidan en la persona a quien le fallamos. Tan solo queda una esperanza leve...esperando que no se repita la misma historia...el mismo error. Aprendamos de los mismos y no olvidemos el daño que podemos ocasionar. Torna tu mirada a lo alto y respuesta encontrarás porque Dios no llega tarde ni se olvida de nosotros. Está dispuesto a levantarnos cuando caemos y espera que ayudemos y levantemos a los que nos han fallado y a los que también nosotros le hemos fallado. No permitas que los tuyos sufren por la dureza de tu corazón. Si no puedes perdonarlos, Dios es el único que puede darte el amor y el perdón para los que nos han fallado y han cometido grandes errores en contra nuestra.

Me gusta reconocer cuan frágil soy, porque en Dios tengo mis fuerzas para perdonar y seguir adelante en este arduo caminar. En su palabra nos habla de los errores que cometieron los grandes siervos del Dios altísimo y me encanta aprender de la forma en que él los levantó por amor a su nombre.

Concluyo, es interesante aprender de los errores pasados, sí y solo sí, al examinarnos encontramos que en los mismos la mano de Dios nos ha formado y continúa dándonos la forma como él quiere.

Dios transforme tu corazón y te permita ver la necesidad de los demás para que juntos enjuguemos el llanto de esta humanidad.

Nancy Vélez

2 comentarios:

yolanda dijo...

El resentimiento podría ser alguna de las garrapatas que acompañan a los perros que Lutero habla: el perro del odio, la envidia…los cuales continuamente asechan a la humanidad y la envilicen. El resentimiento es sinónimo de guardar rencor, no olvidar las ofensas, los momentos tristes cargados de dolor. La falta de educación y formación cristiana nos lleva a vivir una vida desordenada, carente de valores ya que se hace difícil aprenderlos en la escuela. Muchas veces no contamos con la sensibilidad de percatarnos cuanto daño le hacemos a otros, en especial, a las personas que mas queremos. No podemos continuar adelante en el tren de la vida si vivimos una vida de ofensas continuas. Debemos darnos cuenta que somos seres sociales y debemos aprender a socializar con los demás para poder vivir en comunidad. Aquí no hay cabida para los egoístas, terminan solos en la vida, no caen bien.

Me estuvo curioso y jocoso a la vez el comentario: “en el laboratorio de la vida se hacen muchos experimentos”, pues soy maestra de ciencias.Creo que quieres decir que en el tanteo de realizar las cosas en la vida o reaccionar a situaciones nuevas, se cometen errores. Lo positivo de cometer errores es que tienes la posibilidad de percatarte o no de ellos.Es en esa disyuntiva de decidir el próximo paso, es que pasas por el proceso de aprender o no de ellos. Dices que los errores deben olvidarse, mas sin embargo pienso que al contrario debe estar presente esa experiencia para que no lo vuelvas a cometer. Hay errores necios que atentan contra la vida de los demás, por eso es de sabios aprender de ellos y tratar en lo posible no cometerlos mas.

La sociedad actual en especial los gobiernos, predican unas cosas y a la hora de la verdad cometen y vuelven a cometer continuamente los mismos errores, ya que predican lo que ellos no hacen. Este modo de actuar afecta la imagen que pudieran tener nuestros jóvenes del sistema y perder la fe en el sistema en general y esto no debería llegar a ocurrir. Socialmente nos movemos en un mundo dinámico, acelerado y altamente competitivo en el que las personas que ostentan el poder endurecen su corazón ante las necesidades de su pueblo.

Doris Vilma Rodríguez dijo...

El ser humano no nace teniendo conocimientos de todo. Las experiencias y los errores a lo largo de la vida son el medio para que el individuo aprenda. Lo importante es realizar las acciones sin miedo a equivocarnos. Si nos equivocamos es esencial aprender de nuestros errores. Bien claro es el adagio que dice: “Nadie aprende por cabeza ajena”. Por lo que no es fácil aprender de los errores de otros. La mayoría de las veces es necesario caer para nuevamente levantarnos. Lo que es indispensable al caer, es reconocer nuestros errores e intentar no cometerlos nuevamente.

La vida está lleva de experiencias que son necesarias para formarnos como individuos. Experiencias gratificantes y otras desagradables, pero no menos importantes. Todas las experiencias tienen su importancia y su propósito. Dependiendo del cúmulo de experiencias que posee el individuo son sus acciones. El problema estriba en reconocer nuestros actos y aprender de ellos para no incurrir en conductas inapropiadas que nos pueden traer consecuencias. Consecuencias que muchas veces tienen solución y en otras ocasiones no es tan fácil.

En el núcleo familiar son muchas las veces que ofendemos a nuestros seres queridos y luego nos arrepentimos. En otras ocasiones se nos hace difícil aceptar que hemos incurrido en una conducta inapropiada y continuamos tercos ante el error. Esta actitud no es positiva y refleja poca madurez. Lo que quiere decir que son nuestras acciones el reflejo de nuestra personalidad. Una persona de poco espíritu o baja autoestima se auto flagela mentalmente, por lo que comete errores continuamente y no aprende sino que se penaliza.

Vivamos la vida sin miedo a la equivocación. Debemos entender que lo importante es reconocer los errores y no cuantos cometamos. Pero si aprender de ellos con la intención de evitarlos en el futuro. Es cierto que conocemos personas que entendemos que por muchos errores que cometen no aprenden. Debemos ayudarles a reconocerlo sin que se ofendan, utilizando una forma sutil. Especialmente cuando son nuestros hijos, no debemos regañarles, sino aconsejarlos exponiendo las consecuencias que posiblemente sufrirán si no cambian su modo de parecer. No cometamos el error de señalarlos, sino anudémosle.